Servidumbre



El 5 de agosto de 1944 abandonó la Prisión de Carabanchel para presentarse el sábado 19 de agosto en el puesto de la Guardia Civil de Durango (Vizcaya) y comenzar el destierro. Aunque inicialmente le angustiaban las incógnitas sobre su existencia personal y la de su familia, no sabía si podría comer al día siguiente y cuándo iba a poder enviar algo de dinero a su familia, que vivía en Madrid de una póliza bancaria; intentó vender en Durango los cuadros que se llevó de Madrid, impartió clases particulares a niños y realizó trabajos decorativos...

En soledad, alejado de su familia, nuevamente escribió cartas, poesías y emprendió la redacción de un largo relato a modo de diario. A los pocos días de su llegada a Durango, comenzaba Diario de un confinado sobre el palimpsesto de ejercicios de ortografía  que poblaban las páginas de un cuaderno escolar. En ella encontramos la expresión de su alegría por vivir nuevamente en contacto con la Naturaleza.


El 3 de junio de 1947 José Manaut iniciaba la redacción del diario Años de esclavitud con las siguientes frases extraídas del epígrafe «Principio de la servidumbre» que tan bien reflejan sus vivencias aquellos años iniciales de la postguerra:


«El hogar de mis padres, el nido donde nací y comencé a vivir fue dispersado. Mi anciano padre comenzó a padecer las amarguras del exilio; mi madre comenzó a vagar como ave perdida y angustiada; mis hermanos en el exilio también y sus hijos y esposas iniciaron la espera dilatada y dolorosa.
Mi ajuar dispersado; inicié el éxodo con mi compañera y con mi hijo. Ya en Madrid, sin recursos, despojado de mi Cátedra de Dibujo, base de mi vivir; comenzar otra vez. Vida sórdida, oculta, temblorosa, en espera siempre de un mal encuentro; y en espera de la policía escuchar en la noche los rumores extraños que denuncian la presencia de los esbirros que llegan a privarme de la libertad material y precaria, de larva, que disfruto. 1939-1940-1941-1942».


Sigue la vida servil.
15 de Febrero de 1948.

«Siete meses transcurridos desde que redacté aquí las anteriores líneas ...  En siete meses ... He cumplido cuarenta y nueve años; me aproximo a medio siglo de existencia, ya doblo la cima de la vida y comienzo el descenso, insensiblemente, pues mi vigor moral y físico es aún juvenil. En este paréntesis de servidumbre que se abrió en Marzo de 1939, y que sigue y seguirá, no sabemos hasta cuándo, me debato serena, humilde pero firmemente, por no perder mi personalidad humana y mi personalidad de creador, ambas tan unidas. Pero el combate oscuro, sordo y durísimo es capaz de anular al más firme.
En el mes de Agosto pasado pude, por azar, reunir unas pesetas y me lancé a una excursión para pintar. Solicité del Tribunal un permiso que se me concedió con la obligación de escribir indicando todo cambio de residencia, menos mal que no me obligaron a la depresiva presentación a la policía o a la Guardia Civil.
Veinte días en la Hospería del Monasterio de Piedra, en cuyo parque pinté varias obras; diez días en Nuévalos, pueblo inmediato a Piedra; ocho días en Calella de Palafrugell (Costa Brava) pasando por Calatayud, Zaragoza y Barcelona; y cargado con mi cosecha de luz y de color, regresé a Madrid. Terminado el asueto, vuelta a las presentaciones en la Comisaría del Distrito del Congreso cada diez días, ahora.
Sigue pues la sensación de bestia ligada en pleno campo, mitigada por la costumbre.
Pero esta servidumbre comparada con la económica parece ligera. Salvo cortos periodos en los cuales la naturaleza parece obligarle a uno a la inacción, en los cuales nos domina una relajación invencible, lo normal es el trabajo abrumador excesivo, sin límites en las horas de trabajo, es decir una labor de forzado, y en resumen, la esclavitud».

La pena quedó extinguida el 26 de abril de 1949. Finalmente estaba en libertad, pero ¿qué libertad era aquella? José Manaut la describe en Años de esclavitud: «Pienso pero carezco del derecho de manifestar mis ideas. Sufro injusticias, presencio injusticias, pero no me permiten denunciarlas ni protestar por ellas. Vivir bajo la férula de una fuerza arbitraria. Esto es vivir sin libertad... y sin dignidad humana». Páginas más adelante avanzaba en su reflexión sobre la coerción de la libertad:

«El Pensamiento y la Libertad.
Desde marzo del año 1939 no puedo expresar libremente lo que pienso. A este respecto toda precaución es poca. Es uno de los efectos de la tiranía. Mas el pensamiento en sí no puede ser sojuzgado, lo que se imposibilita es su expresión.
En los peores momentos: cuando sufría interrogatorios policiacos y judiciales, cuando estaba en la cárcel, pensaba lo que quería y tras la pantalla de mi frente, ante los esbirros, mi pensamiento nadaba libre y nadie podía impedirlo.
Me repugna mentir, pero el instinto de conservación y la necesidad de llevar adelante mi hogar me han obligado y obligan a tratar y convivir con gentes que piensan de modo antagónico, enemigos ideológicos en absoluto; siempre trato de evitar toda conversación sobre temas políticos y religiosos, pero cuando se suscitan callo o asiento vagamente, aunque mi pensamiento polemice con acritud, valentía y violencia.
La libertad de pensamiento es pues inalienable. La tiranía amordaza pero es impotente contra el pensamiento».

Día 20
Bajo las garras de los buitres

«¡Más dinero! ¡Más dinero!
¡Sí! Las judías, el pan, el aceite, el arroz. Hay que comprarlo de “Straperlo”.
Y trabajar como una bestia, como el antiguo esclavo uncido al mástil del molino.
En tanto que los buitres de la especulación, los negociantes en gran escala, los que trafican con vagones de carnes, de garbanzos, con los trueques de aceite, con todo lo que es básico para la alimentación, hunden sus picos acerados en nuestras entrañas, transformando la sangre en oro para saciar su ambición incansable, su instinto de rapiña, y alimentar sus vicios y su orgullo interior con la miseria y con la angustia de los que trabajamos, de los que somos útiles a los hombres.
Seguir así, sin tregua; con la lengua fuera como con fatigado y sediento, bajo el azote de unos bandidos que amparados tras los signos de una religión podrida nos aniquilan sin piedad».



Desde 1946 hasta su jubilación enseña en el Liceo Francés de Madrid y en la Academia particular de Dibujo que crea. Prepara los Métodos para la enseñanza del Dibujo en el Bachillerato, sin embargo, nunca le fue autorizada la reincorporación a su plaza en la enseñanza pública.

La lectura y la investigación histórica constituyen no sólo una evasión, sino un auténtico proyecto intelectual que va a desembocar en el tratado Técnica del Arte de la Pintura (recientemente reeditado)  y en una obra enciclopédica sobre el patrimonio cultural de la Península Ibérica.



16 de Octubre de 1946
Disciplina


Reanudo, tras siete años de vacación, mi contacto con la enseñanza del dibujo a chicos del bachillerato y había olvidado que, además de iniciarlos en el conocimiento del Dibujo, había también de educarlos, es decir, contribuir, con los demás profesores, a su formación moral… Para ello se necesita utilizar un instrumento, que ha llegado a serme odioso: la disciplina.


Tremendo rigor.
Cruel necesidad.
Si los hombres fueran conscientes
eso no existiría.
¡No!
Más así,
ante la diversidad
ante la imperfección
ante la incomprensión
ante la deliberada maldad
se impone un orden
una norma, una medida.
Disciplina.
Pero los niños
aún no son hombres
carecen de efectiva conciencia
barro que debemos modelar
con amor
y a veces con rigor.
Disciplina…